Tamaulipas 2027: ¿Quién puede y quién debe? La paridad como tablero estratégico

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POR: CESAR OMAR MARTÍNEZ SALAZAR

12/1/20252 min read

Por años, la paridad de género en las candidaturas ha sido presentada como un avance incuestionable en la democratización del poder. Sin embargo, cuando se trata de gubernaturas, el principio se convierte en un campo minado de ambigüedades normativas, tensiones partidistas y cálculos estratégicos. El caso de Tamaulipas rumbo a 2027 es ejemplar: ¿quién debe postular mujer y quién puede hacerlo? ¿Está ya definido el género de quienes competirán por la gubernatura? La respuesta corta es no. Pero el camino para llegar a esa indefinición es revelador.

Desde 2020, el Instituto Nacional Electoral (INE) estableció lineamientos para garantizar que los partidos postulen al menos a siete mujeres en las quince gubernaturas en disputa. En 2024, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) reforzó esta obligación, exigiendo reglas más claras. Sin embargo, el Congreso no ha legislado al respecto, y los partidos siguen teniendo margen para decidir en qué estados postulan mujeres, siempre que cumplan la cuota global.

En 2027, se renovarán 17 gubernaturas, entre ellas la de Tamaulipas. Morena, que ganó en 2022 con Américo Villarreal (hombre), estaría obligado por lógica de rotación de género a postular a una mujer. El PAN, que gobernó con Francisco García Cabeza de Vaca hasta 2022, también podría enfrentar esa presión si decide competir solo. El PRI, sin presencia reciente en el poder estatal, tiene más libertad, pero también menos margen de maniobra: podría ceder Tamaulipas a una mujer para cumplir su cuota sin arriesgar sus bastiones.

Pero el tablero se complica con las alianzas. Si PAN y PRI van juntos, deberán negociar no solo el reparto de estados, sino también el género de las candidaturas. Y si Morena decide reservar Tamaulipas para una mujer, ¿qué pasará si su perfil más competitivo es un hombre? ¿Se privilegiará la paridad o la victoria?

En este contexto, nadie puede afirmar con certeza qué género corresponderá a cada partido en Tamaulipas. La decisión dependerá de tres factores: las estrategias nacionales de cada partido, el cumplimiento de las cuotas globales de género y las negociaciones de coalición. Esta incertidumbre no es un defecto del sistema, sino una oportunidad: obliga a los actores políticos a construir consensos, a anticipar escenarios y a demostrar que su aspiración no solo es legítima, sino viable dentro de un marco normativo que ya no permite imposiciones unilaterales.

La paridad, lejos de ser una camisa de fuerza, se ha convertido en una herramienta de reconfiguración estratégica. En Tamaulipas, el género de las candidaturas no está escrito. Pero el proceso para definirlo será, sin duda, una radiografía del poder, sus tensiones y sus límites.